Cada flor tiene unas características que le hacen ser especial. Sus colores brillantes, sus hojas con formas extrañas o sus propiedades culinarias o curativas son algunas de ellas. Pero sin duda, la más importante es su olor, que nos embriaga y nos hace trasladarnos a lugares remotos.
La primavera es, sin duda, la estación favorita para los amantes de las flores y el jardín en general. En esta época, las plantas despiertan del descanso que ha durado todo un invierno, y retoman su crecimiento.La Rosa es la reina del jardín. El mejor lugar para colocar las Rosas es en los laterales de un camino. Así, podremos disfrutar de sus variados olores (dependiendo de la variedad, de la edad de la flor, de la humedad…)
Si lo que pretendes es ponerle un color diferente a tu jardín, puedes optar por la Glicina. Su aroma a vainilla aparece a finales de la primavera, gracias a grandes racimos colgantes. Aprovéchala para tapar muros o paredes de una forma natural.
Una de las flores más olorosas es el Jacinto. Son pocos los cuidados básicos que requiere el Jacinto para brillar en todo su esplendor: un poco de sol y riego moderado con buen drenaje. Si quieres disfrutar de su aroma lo máximo posible, coloca sus flores en el porche, o lo más cercano posible a la entrada de tu casa.
Una de las plantas más utilizadas en las recetas de cocina es el Tomillo, gracias a su genial aroma, del que puedes disfrutar con sólo frotar sus hojas. También se utiliza como antiséptico. La mejor forma para colocarlo en tu jardín es como bordura.
Otra de las plantas especiales para el verano es la Madreselva. Es una flor muy invasiva, que va cambiando de color según van envejeciendo. Colócala en zona de sombra, y pódala justo después de la floración. Si no, acabarás con el jardín plagado de Madreselva.
Pero sin duda, la que actúa como ambientador natural es el Jazmín. Esta flor mediterránea necesita mucho sol para crecer perfecta, además de pocos riegos, aunque habituales.
En las épocas más frías del año es cuando más cuesta encontrar una flor que pueda llenar nuestro jardín, proporcionándonos un aroma especial.
Una de esas flores es la Azucena. Tiene forma de trompeta, y nos hace disfrutar de su aroma sobre todo al caer la tarde y la noche. Es fácil de cultivar, y los únicos cuidados básicos que necesita es estar colocada en un suelo rico en humus, al sol o en semisombra.
Otra flor invernal es la Esquimia. Tiene forma de espiga, y resulta muy decorativa. Además, para disfrutar de su delicado perfume, plántala a la sombra y riégala muy a menudo, ya que no aguanta la sequía.
A mediados de invierno aparece la Amarilis, siempre que sea un lugar en el que no haya heladas, ya que no las soporta. Es una bulbosa que da grandes flores sólo requiere estar en un lugar con mucha luz, y bien drenado.