También es mejor quedarse corto, porque es más fácil rectificar añadiendo más, y porque con una mayor cantidad de abono de golpe hay más posibilidades de quemar las raíces. No abones las plantas en invierno a no ser que estén en flor. Aunque se encuentren en un interior, rebajar el riego y cesar el abonado puede ser suficiente para hacerlas entrar en reposo. Nunca abones una planta enferma; una ración extra de alimento no soluciona sus males, es más, puede empeorarlos, entre otras razones porque la obliga a crecer en malas condiciones. No abones una planta recién comprada, tiene suficientes nutrientes para los primeros meses. Cuando vayas a abonar, riega siempre primero, deja que el agua escurra y después aplica el abono. Así evitarás que éste se pierda con el agua.
Vía | casa-jardin.net