Hoy vamos a hablar del cultivo del melón, esta jugosa y refrescante fruta que es ideal y la preferida por muchos para hacer batidos, postres o disfrutar de su carnosa pulpa.
Su origen no es muy preciso, pero muchos afirman que proviene de Asia.
Dependiendo la especie será el color tanto de su corteza externa como de su pulpa. Pasando por tonos de blancos hasta verdes, vivos naranjas y amarillos. Adoptan diferentes formas como redondos u ovales.
Sus nombres también varían, popularmente se los llama piel de sapo, Galia, melón amarillo, Honeydew etc.
Pueden llegar a pesar desde 500 gramos hasta 4 kilos. Son plantas rastreras al igual que la calabaza o la sandía con flores de color amarillas que pueden ser masculinas, femeninas o hermafroditas.
Si te has decidido a cultivarlos, entonces busca un sitio del terreno en el que la tierra sea poco húmeda y la claridad constante con varias horas de sol.
Las semillas deben ser plantadas 2 cm. Bajo tierra. No tolera heladas o temperaturas extremas. El riego es recomendable que sea por goteo ara que no toque las hojas. Las plantas por lo general se cubren con nylon negro para evitar la evaporación del agua.
Una vez que el fruto se encuentre en la planta, es importante dejarlo madurar, te darás cuenta por el fuerte aroma y porque se encuentra a punto de desprenderse de la planta. En el proceso de maduración debes ir dándole la vuelta cada tanta con mucho cuidado para que madure de forma pareja.
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