Nuestros bellísimos rosales, elementos con personalidad propia indiscutida que engalanan los jardines de verano, también requieren de nuestra atención y cuidados en esta época. La propuesta de hoy pretende reseñar aquellas tareas de las más importantes en ese sentido para que no dejes de incluirlas en tu agenda.
Lo primero es lo primero: te recomiendo que comiences por las tareas de limpieza. En primer término, una vez finalizada la floración de junio deberías eliminar desde su base las ramas más antiguas que son fáciles de identificar pues su color es más oscuro que el resto.
Acto seguido, para sostener el vigor además de la buena apariencia, debes quitar sin piedad los restos de las flores secas que puedan haber quedado adheridas a la planta. Los cortes en general deben ser cuidadosos y rotativos en distintos sectores de la planta (especialmente cuando es más grande) con el fin de sostener una floración más prolongada.
Por último dos imprescindibles cuando hablamos de cuidados: abonado (puede hacerse inmediatamente después de la primera floración) y prevención de enfermedades. Un rosal nunca está ajeno a un ataque de mildew: hay que rociar con productos preventivos.
Vía | jardineria.pro