Las películas y los dibujos animados nos han enseñado a temer a las plantas carnívoras. Claro que estas especies están muy lejos de poder engullir a un hombre, sino que satisfacen sus necesidades nutricionales con insectos o artrópodos (sólo algunas pueden comer pequeños roedores o aves). Por eso no hay ningún peligro si tenemos una de estas plantas en nuestro hogar. A continuación, presentaremos algunas sugerencias para saber cómo elegir una planta carnívora.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de estas plantas viven en zonas con suelos pobres en nitrógeno, como los terrenos pantanosos. Sin embargo, algunas pueden cultivarse en una casa, como la Dionaea muscipula (conocida como Venus atrapamoscas), la Nepenthes y la Sarracenia.
Si compramos una Venus atrapamoscas, veremos cómo la planta atrae a los insectos con un néctar dulce. Cuando estos se posan sobre la hoja y rozan unas cerdas, la planta se cierra y les impide el escape. Poco a poco, a través de la secreción de jugos digestivos, la planta se encarga de desintegrar a su presa.
La Dionaea, la Sarracenia, la Drosera y la Darilingtonia son plantas carnívoras que pueden vivir en jardines acuáticos o pantanosos y que resisten el frío. La Nepenthes y la Caphatolus, en cambio, resultan más difíciles de cultivar ya que exigen una temperatura elevada y altos niveles de humedad.
Se recomienda que, al adquirir una planta carnívora, no sea llevada al jardín de manera directa. Lo mejor es situarla en un terrario y sacarla unos pocos minutos durante los primeros días. Dicho periodo al exterior deberá incrementarse de forma paulatina y, al cabo de un mes, ya podrá vivir al aire libre.
Existen, pues, varios aspectos a considerar para saber cómo elegir una planta carnívora. Lo mejor es consultar a un especialista de acuerdo a las condiciones ambientales de nuestra casa antes de tomar la decisión.