Cuando se convierten en una plaga, es necesario tomar medidas para impedir que dañen las plantas de nuestro jardín. Los caracoles generan daños en las hojas de las plantas, ya que constituyen su fuente de alimentación. Pueden llegar a defoliar una planta herbácea.
Además, los caracoles pueden atacar los tejidos tiernos durante la germinación en los semilleros y luego de la siembra de cespitosas. Algunas especies de caracoles son el Helix aspersa media y el Helix aspersa.
El caracol de jardín, ya sea frente a temperaturas bajas o en épocas secas como el verano, se aletarga sellando su concha para su protección. Cuando las condiciones son más favorables, esta protección se destruye. En España, los caracoles hibernan desde mediados de otoño hasta el comienzo de la primavera.
Para controlar a los caracoles en el jardín es posible aplicar helicidas, que provocan su eliminación. Normalmente los encontramos en la modalidad de cebo, en forma de pequeños gránulos. Los mismos se aplican sobre el jardín por gramos de producto y por metro cuadrado de superficie.
Otra forma para su aplicación es acotar zonas específicas, por ejemplo aplicando un pequeño cordón cerca de la planta o creando líneas a modo de frentes de protección.